miércoles, 10 de marzo de 2010
martes, 9 de marzo de 2010
Estudio de caso
CEIP Hispania
Era de esperar, que ocurriera algo así. Bien es verdad que estos chicos tenían muchas ganas y dominaban grandes campos que, nosotros los demás maestros y, sobretodo, los más antiguos como yo, no teníamos ni idea. Como las nuevas tecnologías, por ejemplo. Pero se notó desde el principio que carecían de experiencia, y no la pudieron contrarrestar con todas esas ganas que traían. Pero para entender lo que está ocurriendo actualmente en nuestro centro, es conveniente hacer un resumen sobre todas las etapas y directores que han pasado por el Hispania desde su fundación.
La primera etapa que se vivió en el centro fue bajo la dirección de Don Francisco, un buen amigo mío, que entró en el centro a la vez que yo. Con Don Francisco el colegio vivió su mejor época. Tanto en lo académico como en lo personal. Don Francisco consiguió una unión entre todos los maestros y maestros que trabajábamos en el centro en aquella época y, aunque él era el líder, no había ninguna distinción entre nosotros. Formábamos un barco en el que remábamos todos por igual. Fruto de esta unión fueron los magníficos resultados de nuestros alumnos y alumnas ya que, la inmensa mayoría de ellos, hoy desempeñan los oficios que ellos mismos querían desempeñar. Era tal el éxito que, los padres y madres de nuestro alumnado compartían nuestras ideas y valores y conformaban un miembro más de nuestra comunidad. No como hoy en día.
Con respecto a los alumnos y alumnas. Todos sentían gran respeto por sus profesores y profesoras. Quedaba muy clara la línea imaginaria que separaba al alumno del profesor y siempre había una disciplina. Pero una disciplina que no oprimía en ningún caso la libertad de expresión de cada alumno o alumna. Era obligatorio, para mantener la imagen de unidad y uniformidad, el uniforme del colegio y el chándal del colegio con el escudo del Hispania bordado. Así no se apreciaban diferencias entre unos y otros por el modo de vestir.
Pero el periodo de Don Francisco pronto llegó a su fin y su sucesora fue Isabel. Una maestra compañera nuestra que compartía los mismos ideales que todos, y antigua jefa de estudios del mandato de Don Francisco. Isabel durante el mandato de Don Francisco, fue parte clave para los éxitos del colegio. Aunque el éxito lo tuviéramos ese gran equipo que formamos todos los profesores, el verdadero mérito de conseguir aquello fue de Don Francisco, con gran ayuda de Isabel. Cuando Don Francisco tuvo que pedir la jubilación anticipada por enfermedad, Isabel tenía el gran reto de continuar con la época que juntos habíamos empezado. No parecía un reto difícil de conseguir pero, pronto nos dimos cuenta de que nos equivocábamos. Isabel no resultó ser el líder espiritual que era Don Francisco. A menudo situaciones en las que él salía adelante con el apoyo de todos, gracias a la confianza, respeto y tranquilidad que transmitía, Isabel no era capaz de superarlas.
En relación a lo académico, pasamos de ser uno de los mejores centros de la provincia a ser un simple centro que navegaba sin capitán y sin saber a dónde ir. El Hispania pasó a ser un colegio que vivía de los éxitos pasados y no de los éxitos propios. A menudo se oían conversaciones entre compañeros hablando de la diferencia tan grande entre la gestión de Isabel y Don Francisco. “Esto ya no es lo que era”. Decían algunos. Con el paso del tiempo, esa frustración iba en aumento y, los maestros y maestras cada vez nos veíamos con menos ganas y menos motivados.
Isabel compartía los mismos ideales que Don Francisco y creo que fue esa frustración de no poder responder como él, la que hizo que se convirtiera en lo que se convirtió. Ella admiraba a Don Francisco y su meta siempre fue continuar el legado que él dejó. Por eso y, porque en el fondo se veía capacitada para hacerlo. Nos fue dejando poco a poco de lado y haciendo su mandato y dirección cada vez más personalista. Pienso que, aunque tenía grandes cualidades, nunca debió de dar el paso de presentarse a la elección de directora. Creo que era un cargo que le venía un poco y grande y que su rol era el que tenía antes como jefa de estudios, el cual desempeñó con muy buenos resultados. Le faltaba lo que Don Francisco tenía que le hacía diferente a nosotros.
Su despacho se convirtió en una especie de galería en la que se mostraban elementos que aludían a la etapa anterior, como fotos de los mejores estudiantes, placas y premios de concursos con otros centros de la provincia.. etc. Todos estos elementos hacían imposible el avance y el tenerlos siempre presentes sin un líder claro hacía que no llegáramos a conseguir arrancar hacia lo que todos queríamos.
Poco a poco el centro fue aumentando su plantilla de profesores y cada año entraban maestros y maestras nuevas con ideas muy revolucionarias que nosotros no entendíamos. Des que entraban, se les contaba la historia del Hispania, pero esa historia se resumía sólo a la etapa de Don Francisco. Los maestros que vivimos esa época la contábamos con orgullo a los nuevos. Pero con la resignación de haber intentado continuarla y no haberlo conseguido. Aún así, en muchos de nosotros todavía se notaban esas ganas de volver a hacer del Hispania el colegio que fue.
Los maestros nuevos no se terminaban de acoplar al centro. Unos porque no compartían ni vivieron la época gloriosa del centro. Otros por considerarnos a los más antiguos, un poco anticuados en relación a los nuevos avances. Y otros, simplemente, porque Isabel no era el líder que era Don Francisco, y no supo integrarlos en el centro, dejándolos de lado. Cuando en realidad tenían mucho que ofrecer y nosotros mucho que aprender de ellos.
Fue ese descontento general de los nuevos maestros que iban llegando al colegio lo que desencadenó el cambio en nuestro centro. Los maestros nuevos empezaron a agruparse dejando de lado a los que éramos más antiguos. A menudo al pasar por algún grupo de éstos, se callaban hasta que pasaba uno de nosotros. Era como si tramaran algo y al no identificarse con nosotros, no quisieran que nos enteráramos. Poco a poco empezaron a hacerse notar. En varios claustros soltaron la idea de incluir programas relacionados con las nuevas tecnologías, fundamentando su necesidad para el aprendizaje del alumnado. Amalia, la que destacaba dentro de este grupo, era la que siempre intervenía en estos casos. Se palpaba que, dentro del grupo de los maestros nuevos, era la que más dominaba el tema de las nuevas tecnologías. Siempre en estos casos, Isabel miraba para otro lado sin escuchar sus propuestas por considerarlas innecesarias y absurdas. Justificando su opinión en la afirmación de que en la época más importante del Hispania, no se tenían esos programas y que lo verdaderamente necesario no era incluir esas nuevas corrientes. Sino reforzar asignaturas como Lengua y Matemáticas, debido a su carácter instrumental.
Los padres y madres de los alumnos cada vez estaban más descontentos con la dirección del centro. Siempre comparaban el presente con el pasado y justificaban la necesidad de incluir los programas de nuevas tecnologías que proponían los maestros nuevos. No sé cómo supieron eso de los programas ya que, esas ideas salieron en un claustro. Aunque siempre se habló de que José Luis, uno de los maestros nuevos, mantenía una estrecha relación con los padres y madres que componían el AMPA, y que siempre les contaba su versión de los hechos que ocurrían en el Hispania.
Amalia ya llevaba seis años en el colegio con destino definitivo. Poco tardó Amalia en dejar claro que, en la siguiente elección se presentaría como candidata a la dirección del colegio. Y así fue. Cuando se le presentó la oportunidad, Amalia se presentó a la elección con el programa de nuevas tecnologías como elemento principal y presentando, a los representantes del Consejo Escolar del centro, los representantes del claustro de profesores y los representantes de la administración, el programa de dirección y sus méritos. Y el apoyo del grupo de los maestros y maestras nuevos y los padres y madres de los alumnos. El día de la elección contó además, con el apoyo de varios de los maestros antiguos del centro, que vieron en Amalia un cambio necesario para el colegio. Isabel, comprendió que su intento de volver a la etapa de Don Francisco no cuajó y que ya era hora de dejar paso a las nuevas generaciones, así que volvió a ser maestra del centro.
El nuevo equipo directivo lo formaron: Amalia como directora, Miguel como jefe de estudios y Carmen, como secretaria. Casualmente, estos tres maestros eran los que más dominaban la materia de las nuevas tecnologías y los que más empeño pusieron en la realización del programa.
Con este nuevo cambio, los padres y madres de los alumnos dejaron de hacerse notar en el centro. Confiando en que todo el argumento que se les dio sobre la necesidad de las nuevas tecnologías en la práctica didáctica diaria, y la necesidad de un cambio en el centro. Hiciera posible que el centro caminara hacía buen puerto.
Una de las primeras acciones de Amalia, tras conseguir la dirección, fue cambiar el aspecto del Hispania. Eliminó de la vista todos aquellos aspectos y elementos que identificaban al centro con las etapas anteriores. Gesto que no gustó mucho entre los maestros que vivimos la época de Don Francisco, dentro de los que me incluyo personalmente. Todos estos cambios hacían ver que se estaba cambiando la imagen cerrada de la etapa anterior y daba lugar a una nueva etapa de apertura hacia los nuevos miembros del centro.
Pero, poco a poco, la fragmentación se iba haciendo cada vez más latente. Los maestros más antiguos, considerábamos como una falta de respeto la eliminación de los símbolos propios del Hispania y que lo hacían característico. De nuevo esa separación en grupos que parecía que se había acabado con el nuevo mandato de Amalia, se volvió a manifestar ya que, los maestros más antiguos, nos veíamos discriminados por no estar al nivel que estaban Amalia y su equipo. Y descontentos por haber perdido los elementos de identidad del Hispania. Además de todo esto, el centro seguía sin saber a dónde iba. Es verdad que se hicieron grandes avances en materia de nuevas tecnologías, pero el centro seguía con los mismos resultados académicos que tenía en la etapa de Isabel. Por lo que muchos maestros y padres y madres empezamos a pensar que el modelo de dirección de Amalia había fracasado y que su justificación de la inclusión de las nuevas tecnologías como solución al problema de la etapa de Isabel, carecía de valor.
Y todo este antecedente es lo que hace que hoy estemos como estemos. Como decía al principio, era de esperar que se produjera esta situación. Y que estemos nuevamente separados los maestros más antiguos del centro y los más nuevos.
El equipo de Amalia no ha sabido integrar a los maestros que llevábamos más tiempo. Al igual que han permitido que se produjera una pérdida de aquellos valores de la época de Don Francisco. Aunque el equipo de Amalia tenía muchas ganas, se les ha notado esa falta de experiencia que a veces marca la diferencia.
Todo esto se ha visto reflejado fuera del centro. Tanto que los padres y madres de los alumnos ahora ven con malos ojos al equipo de Amalia y reclaman una vuelta a los valores que teníamos antes. Nosotros, los maestros más antiguos, estamos de acuerdo en esa pérdida de valores. Pero vemos aún más necesario y prioritario el volver a darle la identidad al centro y volver a convertirlo en el Hispania. Se palpa la necesidad de ese cambio y de volver a ser lo que fuimos pero, sinceramente, no sé qué pasará.
Aún así, la plantilla del Hispania la conforman maestros y maestras con muchas ganas de hacer las cosas bien. La plantilla se compone de los siguientes trabajadores.
Para la etapa de Educación Infantil contamos para el primer ciclo con un aula de veinte niños y niñas y su maestra Carmen. En el segundo ciclo de esta etapa, tenemos seis aulas para los tres cursos, a razón de dos aulas por curso, también con veinte alumnos y alumnas en cada una. Es decir, contamos con dos líneas en este ciclo. Para las dos clases de alumnos y alumnas de tres a cuatro años de edad, contamos con Pedro y Silvia. Para las dos clases de la edad de cuatro a cinco años, contamos con Ángela y Maria. Y para las dos clases de alumnado con edad de cinco a seis años, tenemos a Pilar y Lole. Lo que supone que, para la etapa de Educación Infantil, contamos con una plantilla de siete maestros y maestras.
En la etapa de Educación Primaria, somos veintiséis los maestros y maestras que impartimos la docencia. La división se resume en dieciocho tutores y ocho especialistas. Los tutores salen de la división de las tres líneas de las que cuenta el centro para esta etapa, a razón de tres tutores por curso. De esos ocho especialistas que nombré, dos son de música, otros dos de educación física, dos de inglés, uno de pedagogía terapéutica y una de audición y lenguaje.
Por lo tanto, el Hispania cuenta con una plantilla de treinta y tres maestros y maestras. Por ello, aunque sea una plantilla grande y sea difícil conseguir los retos que dije antes. No quita que todos estemos impacientes de que llegue ese cambio y, como dije, de volver a ser lo que fuimos.
La primera etapa que se vivió en el centro fue bajo la dirección de Don Francisco, un buen amigo mío, que entró en el centro a la vez que yo. Con Don Francisco el colegio vivió su mejor época. Tanto en lo académico como en lo personal. Don Francisco consiguió una unión entre todos los maestros y maestros que trabajábamos en el centro en aquella época y, aunque él era el líder, no había ninguna distinción entre nosotros. Formábamos un barco en el que remábamos todos por igual. Fruto de esta unión fueron los magníficos resultados de nuestros alumnos y alumnas ya que, la inmensa mayoría de ellos, hoy desempeñan los oficios que ellos mismos querían desempeñar. Era tal el éxito que, los padres y madres de nuestro alumnado compartían nuestras ideas y valores y conformaban un miembro más de nuestra comunidad. No como hoy en día.
Con respecto a los alumnos y alumnas. Todos sentían gran respeto por sus profesores y profesoras. Quedaba muy clara la línea imaginaria que separaba al alumno del profesor y siempre había una disciplina. Pero una disciplina que no oprimía en ningún caso la libertad de expresión de cada alumno o alumna. Era obligatorio, para mantener la imagen de unidad y uniformidad, el uniforme del colegio y el chándal del colegio con el escudo del Hispania bordado. Así no se apreciaban diferencias entre unos y otros por el modo de vestir.
Pero el periodo de Don Francisco pronto llegó a su fin y su sucesora fue Isabel. Una maestra compañera nuestra que compartía los mismos ideales que todos, y antigua jefa de estudios del mandato de Don Francisco. Isabel durante el mandato de Don Francisco, fue parte clave para los éxitos del colegio. Aunque el éxito lo tuviéramos ese gran equipo que formamos todos los profesores, el verdadero mérito de conseguir aquello fue de Don Francisco, con gran ayuda de Isabel. Cuando Don Francisco tuvo que pedir la jubilación anticipada por enfermedad, Isabel tenía el gran reto de continuar con la época que juntos habíamos empezado. No parecía un reto difícil de conseguir pero, pronto nos dimos cuenta de que nos equivocábamos. Isabel no resultó ser el líder espiritual que era Don Francisco. A menudo situaciones en las que él salía adelante con el apoyo de todos, gracias a la confianza, respeto y tranquilidad que transmitía, Isabel no era capaz de superarlas.
En relación a lo académico, pasamos de ser uno de los mejores centros de la provincia a ser un simple centro que navegaba sin capitán y sin saber a dónde ir. El Hispania pasó a ser un colegio que vivía de los éxitos pasados y no de los éxitos propios. A menudo se oían conversaciones entre compañeros hablando de la diferencia tan grande entre la gestión de Isabel y Don Francisco. “Esto ya no es lo que era”. Decían algunos. Con el paso del tiempo, esa frustración iba en aumento y, los maestros y maestras cada vez nos veíamos con menos ganas y menos motivados.
Isabel compartía los mismos ideales que Don Francisco y creo que fue esa frustración de no poder responder como él, la que hizo que se convirtiera en lo que se convirtió. Ella admiraba a Don Francisco y su meta siempre fue continuar el legado que él dejó. Por eso y, porque en el fondo se veía capacitada para hacerlo. Nos fue dejando poco a poco de lado y haciendo su mandato y dirección cada vez más personalista. Pienso que, aunque tenía grandes cualidades, nunca debió de dar el paso de presentarse a la elección de directora. Creo que era un cargo que le venía un poco y grande y que su rol era el que tenía antes como jefa de estudios, el cual desempeñó con muy buenos resultados. Le faltaba lo que Don Francisco tenía que le hacía diferente a nosotros.
Su despacho se convirtió en una especie de galería en la que se mostraban elementos que aludían a la etapa anterior, como fotos de los mejores estudiantes, placas y premios de concursos con otros centros de la provincia.. etc. Todos estos elementos hacían imposible el avance y el tenerlos siempre presentes sin un líder claro hacía que no llegáramos a conseguir arrancar hacia lo que todos queríamos.
Poco a poco el centro fue aumentando su plantilla de profesores y cada año entraban maestros y maestras nuevas con ideas muy revolucionarias que nosotros no entendíamos. Des que entraban, se les contaba la historia del Hispania, pero esa historia se resumía sólo a la etapa de Don Francisco. Los maestros que vivimos esa época la contábamos con orgullo a los nuevos. Pero con la resignación de haber intentado continuarla y no haberlo conseguido. Aún así, en muchos de nosotros todavía se notaban esas ganas de volver a hacer del Hispania el colegio que fue.
Los maestros nuevos no se terminaban de acoplar al centro. Unos porque no compartían ni vivieron la época gloriosa del centro. Otros por considerarnos a los más antiguos, un poco anticuados en relación a los nuevos avances. Y otros, simplemente, porque Isabel no era el líder que era Don Francisco, y no supo integrarlos en el centro, dejándolos de lado. Cuando en realidad tenían mucho que ofrecer y nosotros mucho que aprender de ellos.
Fue ese descontento general de los nuevos maestros que iban llegando al colegio lo que desencadenó el cambio en nuestro centro. Los maestros nuevos empezaron a agruparse dejando de lado a los que éramos más antiguos. A menudo al pasar por algún grupo de éstos, se callaban hasta que pasaba uno de nosotros. Era como si tramaran algo y al no identificarse con nosotros, no quisieran que nos enteráramos. Poco a poco empezaron a hacerse notar. En varios claustros soltaron la idea de incluir programas relacionados con las nuevas tecnologías, fundamentando su necesidad para el aprendizaje del alumnado. Amalia, la que destacaba dentro de este grupo, era la que siempre intervenía en estos casos. Se palpaba que, dentro del grupo de los maestros nuevos, era la que más dominaba el tema de las nuevas tecnologías. Siempre en estos casos, Isabel miraba para otro lado sin escuchar sus propuestas por considerarlas innecesarias y absurdas. Justificando su opinión en la afirmación de que en la época más importante del Hispania, no se tenían esos programas y que lo verdaderamente necesario no era incluir esas nuevas corrientes. Sino reforzar asignaturas como Lengua y Matemáticas, debido a su carácter instrumental.
Los padres y madres de los alumnos cada vez estaban más descontentos con la dirección del centro. Siempre comparaban el presente con el pasado y justificaban la necesidad de incluir los programas de nuevas tecnologías que proponían los maestros nuevos. No sé cómo supieron eso de los programas ya que, esas ideas salieron en un claustro. Aunque siempre se habló de que José Luis, uno de los maestros nuevos, mantenía una estrecha relación con los padres y madres que componían el AMPA, y que siempre les contaba su versión de los hechos que ocurrían en el Hispania.
Amalia ya llevaba seis años en el colegio con destino definitivo. Poco tardó Amalia en dejar claro que, en la siguiente elección se presentaría como candidata a la dirección del colegio. Y así fue. Cuando se le presentó la oportunidad, Amalia se presentó a la elección con el programa de nuevas tecnologías como elemento principal y presentando, a los representantes del Consejo Escolar del centro, los representantes del claustro de profesores y los representantes de la administración, el programa de dirección y sus méritos. Y el apoyo del grupo de los maestros y maestras nuevos y los padres y madres de los alumnos. El día de la elección contó además, con el apoyo de varios de los maestros antiguos del centro, que vieron en Amalia un cambio necesario para el colegio. Isabel, comprendió que su intento de volver a la etapa de Don Francisco no cuajó y que ya era hora de dejar paso a las nuevas generaciones, así que volvió a ser maestra del centro.
El nuevo equipo directivo lo formaron: Amalia como directora, Miguel como jefe de estudios y Carmen, como secretaria. Casualmente, estos tres maestros eran los que más dominaban la materia de las nuevas tecnologías y los que más empeño pusieron en la realización del programa.
Con este nuevo cambio, los padres y madres de los alumnos dejaron de hacerse notar en el centro. Confiando en que todo el argumento que se les dio sobre la necesidad de las nuevas tecnologías en la práctica didáctica diaria, y la necesidad de un cambio en el centro. Hiciera posible que el centro caminara hacía buen puerto.
Una de las primeras acciones de Amalia, tras conseguir la dirección, fue cambiar el aspecto del Hispania. Eliminó de la vista todos aquellos aspectos y elementos que identificaban al centro con las etapas anteriores. Gesto que no gustó mucho entre los maestros que vivimos la época de Don Francisco, dentro de los que me incluyo personalmente. Todos estos cambios hacían ver que se estaba cambiando la imagen cerrada de la etapa anterior y daba lugar a una nueva etapa de apertura hacia los nuevos miembros del centro.
Pero, poco a poco, la fragmentación se iba haciendo cada vez más latente. Los maestros más antiguos, considerábamos como una falta de respeto la eliminación de los símbolos propios del Hispania y que lo hacían característico. De nuevo esa separación en grupos que parecía que se había acabado con el nuevo mandato de Amalia, se volvió a manifestar ya que, los maestros más antiguos, nos veíamos discriminados por no estar al nivel que estaban Amalia y su equipo. Y descontentos por haber perdido los elementos de identidad del Hispania. Además de todo esto, el centro seguía sin saber a dónde iba. Es verdad que se hicieron grandes avances en materia de nuevas tecnologías, pero el centro seguía con los mismos resultados académicos que tenía en la etapa de Isabel. Por lo que muchos maestros y padres y madres empezamos a pensar que el modelo de dirección de Amalia había fracasado y que su justificación de la inclusión de las nuevas tecnologías como solución al problema de la etapa de Isabel, carecía de valor.
Y todo este antecedente es lo que hace que hoy estemos como estemos. Como decía al principio, era de esperar que se produjera esta situación. Y que estemos nuevamente separados los maestros más antiguos del centro y los más nuevos.
El equipo de Amalia no ha sabido integrar a los maestros que llevábamos más tiempo. Al igual que han permitido que se produjera una pérdida de aquellos valores de la época de Don Francisco. Aunque el equipo de Amalia tenía muchas ganas, se les ha notado esa falta de experiencia que a veces marca la diferencia.
Todo esto se ha visto reflejado fuera del centro. Tanto que los padres y madres de los alumnos ahora ven con malos ojos al equipo de Amalia y reclaman una vuelta a los valores que teníamos antes. Nosotros, los maestros más antiguos, estamos de acuerdo en esa pérdida de valores. Pero vemos aún más necesario y prioritario el volver a darle la identidad al centro y volver a convertirlo en el Hispania. Se palpa la necesidad de ese cambio y de volver a ser lo que fuimos pero, sinceramente, no sé qué pasará.
Aún así, la plantilla del Hispania la conforman maestros y maestras con muchas ganas de hacer las cosas bien. La plantilla se compone de los siguientes trabajadores.
Para la etapa de Educación Infantil contamos para el primer ciclo con un aula de veinte niños y niñas y su maestra Carmen. En el segundo ciclo de esta etapa, tenemos seis aulas para los tres cursos, a razón de dos aulas por curso, también con veinte alumnos y alumnas en cada una. Es decir, contamos con dos líneas en este ciclo. Para las dos clases de alumnos y alumnas de tres a cuatro años de edad, contamos con Pedro y Silvia. Para las dos clases de la edad de cuatro a cinco años, contamos con Ángela y Maria. Y para las dos clases de alumnado con edad de cinco a seis años, tenemos a Pilar y Lole. Lo que supone que, para la etapa de Educación Infantil, contamos con una plantilla de siete maestros y maestras.
En la etapa de Educación Primaria, somos veintiséis los maestros y maestras que impartimos la docencia. La división se resume en dieciocho tutores y ocho especialistas. Los tutores salen de la división de las tres líneas de las que cuenta el centro para esta etapa, a razón de tres tutores por curso. De esos ocho especialistas que nombré, dos son de música, otros dos de educación física, dos de inglés, uno de pedagogía terapéutica y una de audición y lenguaje.
Por lo tanto, el Hispania cuenta con una plantilla de treinta y tres maestros y maestras. Por ello, aunque sea una plantilla grande y sea difícil conseguir los retos que dije antes. No quita que todos estemos impacientes de que llegue ese cambio y, como dije, de volver a ser lo que fuimos.
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